La fotografía


La fotografía no es simplemente una técnica o los elementos involucrados en ella, sino que son operaciones que emparejan y desemparejan lo visible, su significación o manifiesto y su efecto, que crean y/o frustran expectativas. Así llegaríamos a decir que el arte es también dar visibilidad a una intención por medio de la composición y su materialidad. Al contrario de la crónica escrita, la cual, según la complejidad de la reflexión, de las referencias y el vocabulario, se ajusta a un conjunto más amplio o reducido de lectores, una fotografía sólo tiene un lenguaje y está destinada en potencia a todos.
La fotografía como elemento que dota de veracidad un hecho por sus cualidades de reflejo exacto de la realidad nos brinda la oportunidad de utilizarla para alterar la misma realidad. En el caso de la fotografía ha fungido como reflejo de la vida cotidiana del hombre. Las lecturas que se le dan a una imagen en la actualidad están permeadas por la cultura occidental; la perspectiva ha sido apropiada como herramienta interpretativa desde el Renacimiento y nos es inmediato relacionar composiciones con la información establecida de la perspectiva.
Este es un factor fundamental por el que la fotografía se digiere de manera casi inmediata y se archiva en la memoria. La semejanza inmediata con nuestra realidad y cómo mira nuestro ojo está construida a partir de este principio. Las imágenes al contrario de la literatura nos brindan información completa de un momento. “Una imagen es más poderosa que un slogan”.1 Podemos darnos cuenta de que continuamos mirando a la imagen como una promesa de la carne, capaz de disipar el simulacro de la representación y el artificio del arte.
El conjunto de  imágenes incesantes (la televisión, el vídeo continuo, las películas) es nuestro entorno, nos hacen sentir en casa, pero a la hora de recordar, la fotografía llega más hondo. En una era de sobrecarga informativa, la fotografía ofrece un modo rápido o fácil de comprender algo y un medio compacto de memorizarlo.



1 Véase John Berger, Ways of seeing, British Broadcasting Corporation and Penguin Books, London, 1972.

La gente de papel


A través de la historia la obra de arte ha estado al servicio de una muy reducida parte de la población mundial y de las convenciones de espacios establecidos para su exposición. El arte público rompe con estas estructuras insertándose en la ranura de la inconformidad de creadores por espacios más relacionados con la experiencia cotidiana y abriendo un gran abanico de posibilidades que conducen a la extensión de espacios hacia ámbitos como las calles.
Así pues surge el proyecto "La gente de papel" que se presenta como alternativa personal a los espacios designados al arte y como activador de complicidades: el público que en ocasiones participa y en otras observa el proceso.

El arte como acontecimiento


Una obra de arte no sólo debe ser objeto, es un acontecimiento: la obra de arte está pasando. Esto se observa en momentos cuando la obra actúa, cuando es apropiada por su público y asimilada de cualquier manera. Si la obra de arte no tuviera público su actuar se convertiría en un no-actuar. Lo que hace que la pieza sea un acontecimiento es la significación que le deposita el público.
Distinguir el arte del no arte por virtud del camino en que es sobre algo y  no solamente el mismo “sobre algo” como centro importante. Una cosa no es una obra de arte en relación con el artista, sino por las relaciones con un contexto más amplio en el que el artista y la obra existen. El arte es un modo de representación y conocimiento, sirve como una función cognitiva, este desarrollo es un proceso de autodefinición.
abrían puertas más que responder a preguntas y eso era a la necesidad de los artistas por hacer otra cosa, al querer hacer otra cosa ahora sus prácticas son llamadas también artes. Porque se inscriben en el mismo lenguaje del arte.

Espacio: el lugar actuado


En la conjugación del arte público y la fotografía se despiertan intereses que van hacia promover su exposición a un afuera, que sean parte de una cotidianidad, que las obras envejezcan como las personas ya que su importancia radica en que viva una vida real y no encerrada entre muros que le garanticen una vida longeva.
De acuerdo con una concepción basada en Michel de Certeau, el lugar es el espacio activado cuando en él pasan cosas, “El espacio es un cruzamiento de movilidades, está animado por el conjunto de movimientos que ahí se despliegan”1, conforme al hecho de que cada lugar se hace lugar dentro de un espacio y que los actores son los objetos y los seres animados que se afectan y se alimentan cualitativamente, entonces podemos decir que el espacio es un lugar actuado.

El transeúnte establece una interrupción: un debate en donde su andar hace móvil su alrededor, trenzando una continuación de lugares que mantienen, crean o obstaculizan el contacto, estos son los lugares de vinculación.



1 Michel de Certeau, La invención de lo cotidiano. I Artes de hacer, p. 129.

Espacio público


Más allá de las paredes que resguardan la seguridad de las obras de arte, existen prácticas que nos entregan un arte con cualidades de resistencia; siempre que se habla de espacio público y de arte, se habla de política.  “Contra el arte conservado, es una organización del momento vivido, directamente. Contra el arte parcelario, será una práctica global llevando a la vez todos los elementos utilizables (…) Contra el arte unilateral, la cultura situacionista será un arte del diálogo, un arte de la interacción”.1
Me gusta la idea de sumergirse en el contexto y poder hablar desde él por medio de muchas voces; esto es que el artista no tiene que tener la última palabra, sino que pueda detonar con elementos que favorezcan una producción de situaciones que denoten un sentido: que el arte sea una parte importante para la creación de conexiones más allá del propio autor.

El arte público no es sólo llamado así por el hecho de estar en un espacio público, sino por ser para los ciudadanos. Busca la interacción con el espacio en el que se encuentra y con el transeúnte aunque a veces la atención de éste no esté puesta en la obra de arte pública. En cuanto a su accesibilidad conceptual, el arte público puede llegar a ser más digerible o comprensible. 
Las condiciones socio culturales en el espacio público son importantes que tienen que ver con identificación, relación, con la gente, con comunidad y por esto es necesario actuar desde él. 

  

1 Sacado del manifiesto publicado en la Internacional Situacionista, número 4, junio de 1960

El arte público y la ciudad posmoderna


En una ciudad posmoderna se vive la indeterminación, superficialidad, crisis del yo y fragmentación por lo que se buscan estados en los que el ideal de la ciudad se desarrollen como la parodia, la hibridación y la ironía por nombrar algunos, así se construyen respuestas a una ciudad posmoderna a manera de eclecticismo.














Si la saturación en la ciudad posmoderna es tal que el arte público debe hacerse notar y destacar para interpelar al ciudadano, creo que también las sutilezas de las piezas adecuadamente integradas a un discurso tanto conceptual como espacial hacen sentido y aunque el espectador sufre una desvalorización del arte producto de la enorme cantidad de producción visual; lo requerido es facilitar un discurso abierto y tratar de involucrar al público en lo que hace el artista. Las expresiones artísticas cambian constantemente pero es necesario vivirlas como experiencias estéticas ya que nos alimentan de preguntas.

El arte desde la disidencia

El arte es un fenómeno que proviene de las formas de conciencia y su colisión con lo que se vive. El arte materializa las complejidades de estas dinámicas y provee un modelo de pensamiento acerca de condiciones en las cuales la vida humana se pueda satisfacer completamente, pueda llevarse a cabo.
Ya que la obra de arte está tomada desde el principio como un todo: ésta es la llave a la emoción estética. Crea una ilusión de poder incrementado sobre el objeto representado y ya que el objeto que está reproducido en una obra está sensorialmente simplificado las dimensiones sensoriales perdidas son suplementadas por el consumidor de la obra. La pérdida de dimensiones sensoriales es compensada por una adquisición de dimensiones apropiadas intelectualmente; así, la obra de arte llena la función esencial cognitiva, dándole al humano entendimiento y conocimiento. 


Hacer otra cosa y situarse en la grieta que requiere y que empuja al mundo para que cambie no es algo extraño ni nuevo aunque si escaso. Aunque en palabras de John Holloway hay cierta esperanza: “Hablar de rupturas no tiene nada que ver con la marginalidad: no hay nada más común que ser anticapitalista. El capital nos impone una identidad, nos dice que somos. Nuestra dignidad nos responde que no, que no somos: no somos, porque hacemos, porque creamos y haciendo esto, nos negamos y nos creamos. Desbordamos todas las identidades, todos los roles, todas las personificaciones y las máscaras que el capital nos impone. Desbordamos todas las clasificaciones. El capital impone clasificaciones sobre nosotros, nos divide por clases. Nuestra lucha es una lucha de clases, pero no fortalece nuestra identidad de clase sino que la rompe, para disolver clases, para liberarnos de toda clasificación”.1 Sin duda Holloway es uno de los autores actuales con más inserción en las luchas sociales contemporáneas.

Los malestares como la homogeneidad, la hostilidad del modernismo dieron lugar al arte público. El arte público es una “comunicación viral”2 por medio de la comunicación social en la que el espectador-público-actuante se contagia-involucra en un suceso artístico. No hay duda de la existencia de múltiples caminos que toma el llamado arte público y en ocasiones son prácticas ilegales lo que desencadena una serie de respuestas que no son del todo alentadoras ni positivas ya que aún existe un respeto por lo que se considera dentro de la legalidad.
 


1 Holloway, John, Jens Kastner & Elisabeth Bettina Spörr, Nicht alles tun, pp. 37-39

2 Chris Murray, Key Writers on Art, p. 23

La periferia


La periferia como espacio posibilitador de activación de espacios alternativos donde el arte sucede.
En las periferias pasan cosas es un espacio móvil pero se distinguen los distintos lados; es donde los flujos de información y alimentación mantienen una cierta regularidad muchas veces empírica. De acuerdo con Baudrillard, el arte se halla en la misma situación: en la fase de una circulación súper rápida y de un intercambio imposible. Ya no las leemos, sólo las decodificamos de acuerdo con unos criterios cada vez más contradictorios. A través de la liberación de las formas, las líneas, los colores y las concepciones estéticas, a través de la mezcla de todas las culturas y de todos los estilos, nuestra sociedad ha producido una estetización general, si en el fondo el arte sólo era una utopía, es decir, algo que escapa a cualquier realización, hoy esta utopía se ha realizado plenamente: a través de los media, la informática, el vídeo, todo el mundo se ha vuelto potencialmente creativo.

Creación de espacios artísticos temporales


La asimilación del artista en una comunidad puede significar que se vuelva uno con ella no importando si sólo es de manera temporal. Este fenómeno también se relaciona con el espacio que en el que surge, se presenta o actúa una pieza de arte. El espacio puede ser tan variado como posibilidades de presentación tenga.

El por qué de la necesidad de algunos artistas por la realización de piezas en un contexto específico, un sitio específico y quizás con la misma gente que habita estos espacios son varias; existe por mi parte la ligadura hacia un arte con el cual se pueda realizar algo más que exhibirse de manera mundana, “acercar”1 espacial y humanamente las cosas es una aspiración de las masas  actuales como su tendencia a superar lo irrepetible de cada hecho recibiendo su reproducción. De la manera más humana mi intención es proponer algo en la escena callejera.


1 Walter Benjamin, La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica págs. 99-100.

La broma y el arte


Cuando existen rupturas en el sentido de las cosas es cuando se les pone atención y las reacciones pueden llegar a ser catárticas como la risa, el llanto y demás expresiones. Se puede decir que se piensa en historias, en sucesiones que se aglomeran tejen, añaden a lo ya conocido, es por eso que los errores tienen un poder significativo al incitar cambios en estas sucesiones. La grieta que se abre en este sentido es como la risa: el rompimiento del sentido de las cosas.
El arte se inserta dentro de esta dinámica provocadora. Lo que es de pensarse es si los espacios destinados para el arte son suficientes para expandir estas provocaciones. En un sentido más amplio hacer un arte emancipador o abierto al encuentro con un público distinto al que la obra no le sea familiar. Los círculos del arte tienden a reproducir los mismos códigos y se legitiman los unos a los otros. Algo distinto pasa en espacios en los que el arte tiene poco o nulo impacto. La oportunidad de desarrollarse emocionalmente a partir de las prácticas artísticas debería ser democrática a la que todos y todas puedan acceder.

Arte y comunidad

El arte público ayuda a definir la identidad de una comunidad y nos muestra el carácter de un barrio. Es una fuerza unificadora. Suscita una calidad de vida haciendo posible un sentido de lugar al favorecer el acercamiento de las prácticas artísticas a las personas o su involucramiento.
La condición pública de las obras y su inserción en el espacio de los ciudadanos, conducen al artista a trascender la expresión individual para analizar y modificar su papel dentro de la sociedad. Se caracteriza entonces por lo efímero y pasajero, así como asume una responsabilidad opuesta a lo rutinario que además se implica en su ambiente y asume una crítica cultural ya que da respuesta al tejido complejo de lo colectivo.


Archivo y comunidad


Existe una relación de los habitantes y el espacio: esto crea conexiones que revelan cómo se hacen las comunidades.

He encontrado a través de mi trabajo basado en una comunidad que necesito de la búsqueda de la integración de la obra con el lugar, una pieza que emerja de un lugar en específico y cuyo significado esté directamente relacionado con éste.  En muchos casos el lugar es también concebido como una entidad social: “una comunidad y no sólo el simple sentido de ambiental y arquitectónico”.1
Yo creo que todo espacio responde, por lo que diga, o por lo que deje de decir; suele provocar cambios en sus habitantes, quienes lo modifican también.

En lugar de una obra de arte colgado en la pared, el retrato enmarcado del matrimonio o de un bebé en brazos en la iglesia para su bautizo nos lleva a un orden simbólico que se construye orientado a una exclusiva de las personas. La familia se expone a si misma porque a diferencia de la apreciación de una obra de arte moderna requiere de ciertas competencias, la fotografía familiar tiene sus propias competencias en la historia de la misma familia que funcionan como testigo del valor de ese grupo social; en este sentido, el álbum familiar también es un archivo que perpetua y hace constancia del devenir de las personas.



1 Miwon Kwon, One Place Alter Another. Site-Specific Art and Location Identity, p. 95.

Del arte público al arte ciudadano

Hacer otra cosa y situarse en la grieta que requiere y que empuja al mundo para que cambie no es algo extraño ni nuevo aunque si escaso.
El arte público nos dirige la mirada al trabajo artístico que tiene que ver con el lugar, modificándolo y alumbrando formas distintas de hacer. El arte público se enlaza con la política y está comprometido con la ciudadanía y con su tiempo y lugar: aborda conflictos sociales y con esto no está de acuerdo con esa imagen del espacio público inmóvil y pacífico; esto hace que en ocasiones sea este arte subversivo dirigido al público y al espacio en el que se manifieste.  


Las propuestas actuales de arte público se trazan iluminando la idea de que el espacio público se anula por la sobresaturación visual de la publicidad. La intervención temporal es una alternativa a tiempos cambiantes, el mural, el graffiti, el cartel y piezas objetuales estructuradas para un lugar específico.
La posibilidad de involucrar a los ciudadanos en el hacer dentro de el espacio público marca la pauta para un habla de un arte ciudadano.1
Se genera así no un monólogo como el fenómeno anuncio-espectador sino que retoma el anuncio y lo convierte en espacio de posibilidad de diálogo con la gente que habita el lugar.

  
 













El arte visto como el poder para cambiar el lugar que habita uno mismo y proponer discusiones acerca de los problemas de un determinado sitio no tiene que ser una iniciativa sólo de los artistas.

Se puede inspirar a la gente ya sea en la realización de otras posibles obras, en la participación de las mismas o “simplemente” en la activación de piezas que se encuentran a su alcance. En las palabras de Holloway: “No es necesariamente una cuestión de convencer a la gente sino tocar algo en su interior.”2 Pero lo que se teoriza tiene que hacerse primero para hablar de ello, es decir, el arte se hace y luego se teoriza, no se puede teorizar y luego esperar a que el universo se actúe según la teoría. La esperanza de que se alcance un cambio por mínimo que sea es suficiente como alimento para mi trabajo. Hacer un “détournement” en el contenido de las imágenes de la calle.



1 John Holloway en Nicht alles tun, de Kastner, Jens & Spörr, Elisabeth Bettina, p. 41
2 Naomi Klein, en Culture Jamming, No Logo, p. 280